Se necesita algo más que fortuna para materializar fotografías


En mis viajes, como comento en muchos de mis textos, me gusta llegar visualmente "preparado" y con un objetivo fotográfico claro, así que cuando llegamos a Nara fuimos directamente al parque más concurrido de esta ciudad: Nara Park.


Este lugar tiene una cantidad inusual de venados, así que quería realizar una fotografía que involucrara a estos individuos. La fotografía que traía en mente iba constaba en un retrato de un venado fotogénico, que tuviera una luz que me gustara, sumado a una composición donde el fondo que en sí mismo fuera llamativo, ya sea por su simetría, punto de fuga o por su color. Que estuviera chingona fregona, pues.


El día empezó bien, llegamos temprano al parque y de inmediato nos encontramos con situaciones un poco surreales. Los venados de Nara están completamente acostumbrados a la presencia humana. Puedes encontrarlos detenidos en los cruces peatonales esperando que les den el paso, sentados a mitad de la calle, sobre las jardineras, dentro de los comercios; incluso te los encuentras acechando gente para robarles pedirles comida. reí que tenía todos los elementos para encontrar lo que estaba buscando para mi fotografía.

Después de un rato caminando por las inmediaciones, las condiciones de luz dejaron de ser óptimas para la fotografía que buscaba. Decidimos sentarnos un rato, aprovechar para ocultarnos del sol y tras una hora de descanso, seguimos nuestro recorrido por el extenso parque. Después de visitar el templo de Tōdai-ji, el cuál tiene uno de los Buda más grande de todo Japón, decidimos regresar a la estación de tren para ir rumbo a Osaka. Mientras nos dirigimos a la salida del parque, la tarde entró en su apogeo, la luz era ideal y nos encontramos con unos venados más. Estaba bastante contento con las fotografías pero, aún así, no me sentía satisfecho.

Estábamos fuera del parque listos para caminar a la estación cuando, de manera unilateral, decidí que quería regresar para intentar hacer una última foto. Consulté con mis compañeros de viaje si me podían esperar un tiempo, accedieron a regañadientes pero me dieron media hora pues ya se estaba haciendo muy tarde. Corrí como loco durante 2 km para llegar a la primera zona donde habíamos estado, que era donde más venados habíamos visto. Llegué rápido, tomé muchas fotos pero ninguna me gustó lo suficiente. Decidí darme por bien servido con las 218 fotografías hechas hasta ese momento y caminé, un poco desanimado, de regreso al punto de encuentro.


Mientras esperaba a cruzar la última calle que está en las inmediaciones del parque, noté que un venado se acercaba por el camino donde había estado. Decidí no cruzar para ver qué hacía mientras ajustaba la cámara y planeaba mi foto. Llegó lentamente a un sitio cercano al que yo me encontraba. Me agaché y me miró fijamente por unos segundos. Me fui acercando de a poco y logré tomarle seis fotografías. Le agradecí, me dijo -deNara-, se dio media vuelta y regresó por el mismo camino por donde vino.


El resultado fue una imagen un poco diferente a lo que imaginé pues no era el venado más fotogénico de Japón, pero me gustó mucho el ángulo que tuve para hacerle un retrato con una composición interesante. Esta fotografía tomó un significado muy especial para mí. Podría decir que el venado me siguió para que tomara la foto que buscaba y pudiera irme en paz pero sé que no soy tan importante jaja. Aún así, lo sentí como una recompensa a seguir intentando, a mi esfuerzo "invertido" y a la paciencia que dediqué para encontrar ese momento.


De eso se trata la fotografía. Sin más, acá el resultado.