Cuando encuentras algo mejor de lo que buscabas


Para planear nuestro viaje al desierto del Namib nos pusimos en contacto con la persona encargada de coordinar las actividades en el lugar donde nos hospedamos.

Ya habíamos visto el desierto desde un globo aerostático, caminado por Sesriem, Deadvlei, Sossusvlei y visto alguna de las dunas más grandes e icónicas del lugar, nos quedaba una mañana antes de regresar y yo sentía que me había faltado algo. Con esto en mente, le propuse a Rocío volver a madrugar levantarnos temprano para ver nuestro último amanecer en la icónica duna, debido a su enorme tamaño, llamada "Big Daddy". Una mágica travesía que se divide en dos momentos importantes que sucedieron en tan sólo unas horas.

Fuimos el primer vehículo "visitante" para entrar al parque. Nuestro guía durante toda nuestra estadía fue Penda, un personaje tremendamente agradable, simpático, conocedor y con una vista realmente envidiable. Después de convivir tres días conmigo entendió que la parte fotográfica del viaje tenía una gran relevancia para mí, así que sin yo decirle nada, sabía que era importante llegar al punto de interés lo más rápido posible, así pues sin perder más tiempo, nos lanzó una cobija para cubrirnos del viento en la carretera y aceleró.


-Spoiler alert- nos tocó el amanecer más especial de todos. Los dos anteriores fueron increíbles pero no hubo comparación con este y es que el desarrollo fue algo similar a los otros dos, una lenta salida del sol por detrás de las montañas, las dunas de a poco pintándose de color rojizo y, en esta ocasión, nos tocó seguir el vuelo de dos globos aerostáticos pero lo que vino después fue algo que no hubiera anticipado jamás.


El oryx del km 29


El número 29 ha ido cobrando fuerte presencia en momentos icónicos de mi vida y, todas las veces que nos trasladamos dentro del desierto, notaba la presencia del letrero que marcaba el km 29, así que un rarísimo objetivo fotográfico para mí era bajarme y tomar foto de ese letrero. Debido a mi estúpida fijación por éste, venía completamente alerta así fue que noté la presencia de un oryx caminando justo en este km. El oryx del cabo es una especie de antílope endémico de la región y es tan importante en Namibia que es parte del "escudo" de armas pues representan el coraje, la elegancia y el valor. Obviamente lo tomé como una señal, y decidí que ésa iba a ser LA foto y no un letrero de carretera genérico.


Emocionado, le grité a Penda para que parara la camioneta pero le valió madre no me hizo mucho caso, bajó un poco la velocidad pero siguió avanzando pues el oryx estaba dándonos la espalda y creo que no le pareció una imagen muy relevante de capturar. Pasamos al oryx a una velocidad más prudente pero yo mantuve mi mirada viéndolo durante unos cientos de metros.


Conforme avanzábamos, en sólo un instante la perspectiva cambió. El amanecer era más que inminente y empezamos a ver al oryx desde un costado, ahí notamos la presencia de otro más al fondo. Todo marchaba de maravilla, la luz y los colores eran ideales pero el momento increíblemente se superó.

La cereza del pastel fue cuando la panorámica de la imagen sumó una gran montaña detrás del oryx. El sol sailó por detrás de la montaña y le pedí a Penda que detuviera el vehículo. En esta ocasión se orilló y el momento no pudo ser mejor.


El sol "bañó de luz" la zona por donde el oryx rezagado caminaba. Un amanecer inolvidable con un símbolo nacional de Namibia como protagonista y la imagen era perfecta.


Me quedé incrédulo y sin habla durante un momento. Segundos más tarde, Penda decidió que era buen momento de irnos para poder llegar a nuestro objetivo a tiempo.

Yo seguía impactado por lo sucedido después de tan intenso momento, pero no hubo mucho tiempo para reponerse pues llegamos en tan solo unos minutos a "Big Daddy".

Me sorprendió que, tan temprano, hubiera tantas personas pues no vimos pasar a ningún vehículo, lo que hacía muy probable que los visitantes se hubieran hospedado en algún hotel dentro del desierto, situación que al parecer es común y yo ignoraba. La duna fotográficamente no fue lo que esperaba pues estaba repleta de gente caminando sobre ella y llena de huellas humanas ,así que Penda sugirió que fuéramos mejor a una que habíamos visitado antes: la duna 45.

La duna más fotogénica de Namibia


Apenas la vimos en el primer recorrido, la duna 45, aún sin saber cómo se llamaba, me llamó mucho la atención. La fotografié de lejos y en movimiento pues el primer día el destino por visitar eran Sossuvlei y Deadvlei por lo que nos seguimos de largo pero de regreso, en pleno medio día, paramos a visitarla. La luz, el calor, el cansancio y la falta de agua hicieron que no fuera la experiencia más memorable o adecuada.

Así pues, con ganas de revancha, llegamos a la duna 45 y, a diferencia de aquel día caluroso y sin contrastes, la luz aquí fue excelsa, no había una sola persona pero no tiene sentido intentar describirlo...ésta fue la vista.

Fotografía "Duna 45", la duna más fotogénica de Namibia.

Después de dejar nuestra huella en la duna, arruinándole la foto a alguien más visitar la duna 45 y haber capturado una serie de imágenes memorables, estábamos listos para despedirnos del desierto de Namibia. No sin antes tener un encuentro cercano con otro oryx, ver una hiena marrón a lo lejos, cruzarnos con una avestruz corriendo a máxima velocidad por el desierto, pelearnos a muerte con moscas, conocer a la "reina del Namib", interactuar con alacránes, fotografiar rastros de serpientes en la arena, admirar baños fotogénicos, acercarnos a acacias con nidos enormes y mucho más, pero eso, mejor te lo cuento en otra historia...